29 abril 2011

frente al mundo

es la hora. salgo de la casa, camino despacio. llevo dos manzanas en la mano, una ya va bien mordida. de repente el cielo se ha puesto gris pero, extraño en mí, me alegro. 'será que me estoy haciendo mayor' pienso.
agarro metro y subo la escalera hasta la universidad, al pico de la montaña. antes de entrar a la clase me doy cuenta que llego temprano. miro por el ventanal del pasillo y veo llover. no quiero que nadie me moleste en ese momento. es mío. de hecho casi no he tenido contacto humano en todo el día. estando encerrada en mi cuarto, a media luz, terminando tareas para los últimos días del primer año de maestría. y aún así nunca entrego a tiempo.
quizás el tiempo es algo que uso cuando me combiene.
en un amago de acuerdo, mi mente y mi cuerpo salen al patio. fuera hace bochorno fresco, del que más me gusta, como tropical. como cuando los moscos se ponen a dormir en las hojas grandes y verdes.
en el corredor que da al patio monasterial busco rápido una banca para sentarme y empezar a grabar este recuerdo de hoy.
nomás me siento frente a la pantalla de la vida, la intensidad de la lluvia crece. es feroz.
los truenos comienzan a sentirse cada vez más cerca. me da un escalofrío de gusto, casi orgásmico.
además hoy traigo las medias a rayas blancas y negras. pareciera araña.
los minutos pasan y la lluvia moja mi cara, mi nariz, mis brazos desnudos, mis manos que escriben.
respiro fuerte, huelo recuerdos.
de la nada, un amigo se acerca y me saluda. pareces magnolia - me dice - ¿la has visto?
le digo que no con una sonrisa abierta. miento. a veces hay que cuidarse de ciertos hombres, que por un momento se hacen pasar por el amor de mi vida.
al ver mis dedos escribiendo sin parar, se retira.
ahora el cielo tiene un color cayena.
ahora puedo acabar de enfrentarme al mundo.

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