04 mayo 2012

Mi paradigma

Intentando salir de este agujero por la ventana de una pared tapiada. El agujero es estrecho, pequeño y redondo como para que sólo quepa el grueso de un ratón muerto de hambre. Y yo estoy muerta, pero de pena. Pena por mí, pena porque no volverá y no sé qué fui.
De repente tod-as-l-as-letr-as parecen abandonarme a mi mala suerte. Será que la buena no existe, o que no la vi pasar. No hay mucho más que pensar; terminar de doblar la ropa que no había guardado nunca en ningún cajón, descolgar los cuadros que siempre paseaba entre papel de periódico viejo (no vaya a ser que se rompan), terminar de acomodarme el cabello para intentar ser o parecer el ángel caído que supo sobrevolar la ciudad quemada sin hacerse un rasguño. Los colores, todo lo viejo, no me esperaba eso-esto, en ningún momento, no lo vi venir, no es-era para mí. Es más, no lo quiero. Las cosas cambiaron mucho y casi de repente, muy despacio, como un sueño que dura cien años en dos minutos. Todo el agua se me escapó de las manos entre los huecos de los dedos. Los dedos eran los días y el agua era yo.
Suena la radio estropeada, ni siquiera entiendo de empezar o de acabar, sólo ruido de fondo y una línea de tiempo que se repite. Sólo quería un fin para construir otro principio. Es como un lazo eterno que me ata a la nada y no me habla. Me tiene rehén sin sonrisa, porque la escondo en la suela del zapato y no la encuentra.  Al final seguro que todo es locura, por no ser explícita se me acabó el saldo, y con él, se me fueron estos años. El monstruo piensa que hablo por hablar, o escribo sin más. Pudiera ser pero nunca lo fue. Ni lo será. Todo tiene un hilo argumental. El sentido aparente tardará en determinarse, mientras los insospechados límites cambian de parecer como anguilas en la mar.

Kuhn, establecía que al cambiar el paradigma todo volvía a cero, pero los paradigmas son más complejos ya que no actúan aislados sino que interactúan a sí mismo con los demás.