deshechos racionales tirados por las calles de la ciudad. vagan sin orden pero con el privilegio de la soledad aturdemoscas. cabezas pensantes de unos mundos no muy lejanos a los míos, que se callan por no haber bocas que pregunten. sólo están ahí. sólo me recuerdan a mí. nadie los necesita si no es para repudiarlos y engrandecer su enfermedad bien programada, cuando entran a la gran plaza y luego salen con plásticos en las manos.
manos de colores, de tacto frío, limpias de mugre y sucias de conciencia.
los ciclos se crearon para repetirse.
los ciclos se crearon para repetirse.
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